Intrucciones para ser feliz.

Antes de abrir el frasco, lea cuidadosamente las instrucciones. Esto no es, señora, como hacer una salsa para fideos en el microondas. Ser feliz, requiere entre otras cosas, un compromiso retorico, una introspección profunda que favorezca un desapego oportuno de la mera superficialidad de los sentidos. Tome mucho te, evite los fármacos.Tenga siempre presente que La Felicidad verdadera no llega siempre a tiempo como el metro ingles, y claro está, esperarla sentada en uno de esos tristes banquitos de andén mirando su reloj pulsera cada dos o tres minutos no le va a ayudar en lo más mínimo. Para ser feliz, hay que luchar y perder: aprender a estar triste, arriesgarse. Esto es fundamental para tener puntos de contraste, porque vera madame, conocemos lo dulce por lo salado, y lo cálido, por lo frio. No le tema amiga a los colores sepia. La nostalgia de los momentos, capturados en fotografía, no son más que puertas a felicidades remotas, que vuelven en cada reencuentro, como las olas cansadas vuelven paulatinas a la orilla los días de calma tras grandes tormentas. No está mal pensado que a veces, la felicidad que sirve, más que en los momentos está en el recuerdo que nos queda para los años venideros. Similar expectativa se sustenta en entender que este instante de ahora mismo, es talvez el recuerdo alegre que la ilumine mañana. Entonces, atesore más momentos y pierda siempre tiempo en pequeñeces.Hay momentos de sobra en la semana para ser impulsiva. Dese gustos, permítase cosas, vaya de milonga. Juegue, experimente, sueñe. Arrepiéntase luego, y por supuesto aprenda y no lo haga más. Un error bien comprendido repercute felizmente en el resto de las cosas del mundo tarde o temprano. Conózcase, piense mas, advierta de antemano situaciones desaventuradas, y abrace las ocasiones de dicha. Extrañe cuando tenga que extrañar y a quien merece ser extrañado. Canallas nacemos todos los días, y simplemente no valemos la pena señora. Sepa –y esto por mas básico que suene- estar sola. La gran mayoría no sabe estar sola, y si no aprende nunca podrá estar bien ni con el mas azul de todos ni con el mas osco, y siniestro del barrio. Esta imposibilidad del género ha sido el arma secreta de tantos desgraciados durante la historia y le ha costado reinos a más de una soberana.Otra cosa que no quiero que quede en el tintero, porque hace al tema en exposición y ha de tenerse en cuenta: hay muchos casos perdidos que no son tal. La gente cambia, no cuando se la quiere cambiar de prepo o a base de domesticación intensiva. Sino cuando se la ayuda a aprender, y esto de buena manera, no es ser una maestra ciruela, sino ser usted misma en casa aspecto. Ame intensamente, no especulando en que le amen mercantilmente. El amor vale per se, y ciertamente es un aspecto imprescindible, presente, ausente o expectante de La Felicidad bien entendida. A veces, un cascotazo o una ejemplar paliza son inexorables.Recuerde que no hay un solo camino. No la van a ayudar en forma alguna, los atados de cigarrillo ni las bebidas blancas. Si, en cambio, contemplar las estrellas en silencio, escribir o pintar, o si quiere y se da maña tejiendo un suéter talla 44 (eso sí, en lana que no pique por favor) en algún color fácil de combinar. La felicidad no es un punto de partida, como nos quieren hacer creer algunas religiones, ni tampoco un punto de llegada, como nos consuelan otras y las mismas: es el camino, o mejor dicho el caminar. Ese paso es feliz per se. El paso en sí, le permite Ser. Esa mala pata, le permite jugar al pan y queso y elegir primero, o dejar que elijan, lo cual tal vez no importa demasiado siempre que se juegue. Una copa de buen vino tinto, a diferencia, es siempre bienvenida.En resumidas cuentas, -y por si se le hace tarde para sus quehaceres domésticos-, no se preocupe en demasía por ser feliz. Es un concepto sobrevalorado estos días.