Una mujer controladora, perseguidora, posesiva, tiene un problema serio de personalidad, el cual es necesario superar para poder ser feliz con o sin un hombre al lado
¿Alguna vez se ha sorprendido a sí misma registrando la cartera, números telefónicos, agendas o ropa de su esposo? ¿Le ha hecho alguna escena de celos en público o en privado? Cuidado. Con estas actitudes, lejos de preservar al hombre amado, lo que hará es alejarlo. Sin embargo, el trasfondo no está en retener o no a un hombre.
Una actitud posesiva está relacionada con inseguridades, patrones de crianza en la familia, y personalidades dependientes, explica el sicólogo Alberto Sánchez, docente de la Universidad Centroamericana (UCA).
La persona posesiva mira a su pareja como un objeto de su propiedad, tiene un temor grande de perderla y la convierte en un nutriente de sus necesidades básicas afectivas, igual que el oxígeno para poder respirar o la comida para alimentarse, indica.
No es nada extraño que alguien convierta a una persona en un elemento importante y fundamental en su vida pero, en la relación posesiva, se va más lejos irrespetando el espacio del otro. Por eso es que hay hombres que violentan a sus parejas al saber que los van a dejar, y mujeres con crisis de celos terribles porque ven la posibilidad de perder a esa otra persona, ejemplifica.
Este comportamiento trae consecuencias fatales en una relación. La vida matrimonial se convierte en un territorio, una guerra, una batalla donde se lucha con rivales reales o imaginarios; hay estrés, paranoia y divorcios.
Muchas mujeres entran en una lucha por ser una mejor mujer para que su pareja la considere atractiva, pero no se valora la parte emocional, afectiva y espiritual, sino que se reduce al cuerpo, el maquillaje o el perfume.